lunes, 4 de junio de 2012

sintesis de:

Hacia una epistemología médica crítica


Antes de iniciar el resumen les compartiré el significado de Epistemología, que como tal es una rama de la filosofía que estudia el CONOCIMIENTO.



El ejercicio de una disciplina se estructura como un conjunto de saberes organizados que dan sustento a una práctica, a una serie de representaciones, a la construcción de un objeto de estudio, en fin, a un campocientífico específico. La cotidianeidad en el desempeño de una función a menudo omite la reflexión crítica sobre el hacer y desdibuja el sustrato de supuestos implícitos que la orientan. Este cuerpo de conocimientos aplicados rutinaria y automáticamente cristalizan en una falsa visión naturalizadora de sus fundamentos lo que impide el reconocimiento de la influencia que determinadas creencias , teorías y axiomas imponen a nuestras percepciones, hipótesis e interpretaciones de los fenómenos sobre los que actuamos. Este 
plexo, a menudo silenciado, cobra cuerpo (sin perder su invisibilidad) en distintas dimensiones del análisis: normatividades, instituciones, etc,  imprimiendo modalidades de acción específicas y esquemas perceptuales que le son propios.

La transformación de una perspectiva espistemológica dada en única y omnipotente mirada capaz de producir descripciones verdaderas de una realidad exterior e independiente de las condiciones de la observación genera inevitablemente una ceguera cognitiva, una inaceptable subordinación discursiva respecto de otras disciplinas y una infranqueable barrera para el diálogo.





Los modelos explicativos y los procesos de verificación empírica imponen necesariamente una selección de los fenómenos analizables capaces de adecuarse como objetos de estudio a sus herramientas analíticas. La clausura metodológica en el interior de su propio dispositivo alienta la reducción de la realidad al segmento de aquella que se adapte a sus procedimientos canónicos condenando a adquirir el estatuto de conocimiento profano o precientífico a todo lo que queda fuera de sus estrechos dominios.
La lógica específica de ciertos campos implica una independencia respecto de otros dominios del saber determinando algún grado de incomunicabilidad entre ellos. La disposición endogámica intradisciplinar produce no pocas veces una ignorancia absoluta de lo que sucede extramuros y, lo que es peor aún, el desconocimiento de dicha ignorancia y de las condiciones histórico sociales que las hicieron posible.
Los orígenes de estas condiciones pueden rastrearse en los de la Modernidad misma que de acuerdo a Edgardo Lander pueden sintetizarse como:  
          
     I.      Visión universal de la historia asociada a la idea de progreso.
             II.       Naturalización de las relaciones sociales como fruto de la “naturaleza humana” y por extensión al modelo liberal capitalista.
            III.      Ontologización de las múltiples separaciones sociales.
          IV.      Necesaria superioridad de los saberes propios (ciencia) respecto de los ajenos.


Por otro lado, la Medicina se ha ido configurando históricamente sobre la base de cierta epistemología, metodología científica, representaciones del cuerpo biológico como su objeto específico de estudio y sobre el imaginario instituyente que los sujetos han elaborado en el seno de una determinada cultura sobre este.
Su visión del tema de la salud y la enfermedad se encuentra por lo tanto inexorablemente anclada en esta constelación de elementos que conforman su soporte cognitivo y el fundamento último de su práctica. Los significados así construidos dan coherencia a la observación y dotan de sentido a las prácticas profesionales. El discurso médico apela a un ideolecto a través del cual se obtiene la ilusión de suturar la ambigüedad inherente a la lengua y de este modo apropiarse de la enfermedad de manera inequívoca al tiempo que constituye y reafirma su propia identidad profesional. Estos marcos referenciales confieren una seguridad ontológica al corpus doctrinal de una disciplina que se supone ajena a las determinaciones históricas, sociales y subjetivas y contribuyen a aportar la ilusión de fiabilidad y de continuidad ascendente, progresiva e ilimitada de su propio saber. Esta creencia encuentra su sustento en una filosofía ingenuamente evolucionista que ubica a la ciencia oficial al final de esa evolución tal como señala Pierre Bourdieu.

La autonomización de la tecnociencia respecto de sus propios fines, de las dimensiones éticas de su ejercicio la convierten en una amenazadora perspectiva. 






Esta extensa zona de invisibilidad epistemológica recorta el campo de lo real y condena toda mirada foránea a la indecibilidad, la incomprensión, la trivialización, o a una radical sordera conceptual.

Son estas herramientas metodológicas las que deberán convertirse en objeto de conocimiento con la intención de interrogar sistemáticamente el universo de relaciones que las fundamentan. El estatuto epistemológico debe tornarse “observable” rescatándolo de la sincronización artificial que lo muestra como transhistórico y despojado de subjetividades. Aquello que parece no requerir justificación, lo supuestamente dado, la verdad en sí, los enunciados, las costumbres, las representaciones y las prácticas disciplinares que aparecen como saberes conforme a la evidencia requieren de una exposición que desnude el artificio y rescate al médico de un dogmatismo silente y sublimado.




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